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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Flores de primavera
Foto enviada por cuenka

Eso fue también lo que pensó el príncipe. Cuando bajó a desayunar, apenas miró a la hermosa joven supo inmediatamente que ella era la esposa con la que él había soñado. No necesitó presentación. No necesitó guisante ni colchones como prueba. Su corazón le había dicho desde el primer momento que había encontrado a su princesa.
- ¡Entonces eres una princesa de verdad! -exclamó-. Sólo una persona de sangre real puede tener una piel tan delicada y sensible. Sólo una auténtica princesa puede sentir la molestia de un guisante, colocado debajo de veintiún colchones.
La reina apenas podía creer lo que estaba oyendo
-Bueno, pues me sentía como si estuviera acostada sobre un guijarro. Y esta mañana he amanecido toda amoratada.
La joven se sonrojó, temiendo haberse mostrado desagradecida.
-Es imposible -dijo el rey- ¡Te dimos la mejor cama de todo el palacio!
Lamento deciros que no he dormido nada bien -respondió la desconocida- Siento parecer descortés, pero es que aun con todos esos colchones me sentía muy incómoda.
-le preguntó mientras la joven se sentaba a la mesa.
- ¿Cómo ha dormido mi querida princesa?
Durante la noche cesó la tormenta. A la mañana siguiente, cuando la bella huésped bajó a desayunar, la reina sonrió para sus adentros.
La niña subió a los aposentos, se puso un camisón y tuvo que usar una escalera para trepar a su cama.
-Te he preparado una cama -dijo a la encantadora joven- Estoy segura de que pasarás una buena noche.
-Ya está -dijo la reina-. Ahora comprobaré si es una princesa de verdad o no.
Había colchones de todos los colores del arco iris, de todas las formas y tamaños, y cualquiera de ellos era suficientemente grueso como para que una persona normal pudiera dormir sobre él con absoluta comodidad. Podéis imaginar qué espectáculo más extraño.
Así que, mientras la joven se calentaba junto al fuego disfrutando de una buena cena, la reina y sus doncellas se pusieron a trabajar en los dormitorios. Primero quitaron toda la ropa de la cama de una de las habitaciones para huéspedes. Luego, la reina colocó un guisante seco debajo del colchón. Vaciaron todos los armarios de palacio hasta que reunieron otros veinte colchones, y uno sobre otro los colocaron encima del guisante.