No la tiramos suficientemente lejos -dijo el zorro-. Si nos metemos todos en el
agua, seremos capaces de echar la red por encima de la Luna.
Lo intentaron de esta manera, mientras el lobo se quejaba del frío.
- ¡Esta vez ya la tenemos!
Pero, de nuevo, no había ninguna luna en la red.
En aquel momento, el lobo resbaló y se hundió en las profundidades del agua, arrastrando consigo la red. El zorro y el oso, que también la sujetaban, se hundieron tras él.
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