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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Los geranios
Foto enviada por cuenka

“Pero yo no quiero que sea demasiado grande o no será tan bonito. Las cosas pequeñas son más bonitas que las grandes, ¿no es así?”.
“Menos mal, sino se lo van a tragar todos los días varias veces”, dijo su mamá, tratando de ponerse el abrigo y comer tostadas al mismo tiempo.
“Creo que ha crecido un poco”, le dijo a su mamá en el desayuno al día siguiente.
Esto debe ser muy divertido”, pensó. Trató de imaginar como debe ser el tener que aferrarse a las cosas todo el día y decidió que probablemente era muy agotador. Después de darles de comer, se sentó al lado para observar como los peces nadaban, se perseguían y jugaban entre ellos. Entonces observó como uno de los peces de color naranja estaba absorbiendo grava y volviendola a lanzar, cuando en una de esas se tragó al pobre caracol que estaba paseando tranquilamente por la grava. Marta saltó de su ... (ver texto completo)
Esa noche Marta encendió la luz para encontrarlo, y estaba aferrado a la punta de una pequeña banderita que salía de la maleza del acuario. Estaba cerca del filtro de agua y se balanceaba con las burbujas de aire que salían de este.
Cuando llegó al cole al día siguiente contó a todas sus amigas el descubrimiento del caracol y les dijo que era tan pequeño que se le podía confundir con un pedazo de grava. Todas se pusieron a reír y una de las chicas de su clase dijo que parecía una mascota ideal para ella, ya que Marta era un poco bajita.
Vió los peces de colores naranja que eran grandes y gordos, que estaban dormitando en el interior del arco de piedra. Mandíbulas estaba despierto, y nadaba a lo largo de la parte delantera del depósito moviendo rápidamente la cola y haciendo que en el agua se formara espuma y muchas burbujas. Tardó Marta un tiempo en encontrar al pequeño caracol y lo encontró pegado en la parte inferior del acuario, justo al lado de la grava.
“Seguro que crece y se hace muy grande”, dijo Marta y bajo corriendo a desayunar. Por la noche y antes de acostarse encendió la luz de su tanque de peces.
“Vaya qué pequeño es”, dijo la mamá mientras miraba al pequeño caracol de agua. “Sólo un punto negro.”
Mi pequeño caracol

Cuando una mañana de domingo Marta se despertó, enseguida pensó en dar de comer a sus peces, la noche anterior estaba muy cansada y se fué a dormir enseguida. Con alegría se acercó a su pecera y con gran asombro descubrió que increíblemente se había metido un caracol en ella. Rápidamente llamó a su madre para que lo viera.
Sonriendo, Rashida tomó la mano del príncipe y la besó. Ya nunca más volvió a perder la sonrisa y la sencillez. Y los dos príncipes vivieron felices el resto de sus días.
—Entonces iré gustosa contigo.
—Ya te he perdonado —contestó el príncipe suavemente.
— ¿Podrás perdonarme por ser tan orgullosa? —preguntó.
Rashida bajó los ojos, avergonzada.