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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Los adoquines de la calle
Foto enviada por cuenka

Desapareció el hda y Dos Ojitos regresó corriendo a casa, sacó el corazón de la cabrita y lo enterró al pie de la puerta. A la mañana siguiente todos quedaron atónitos al ver delante de la casa un árbol maravilloso, con hojas de plata y frutos de oro.
-Saca el corazón de la cabrita, entiérralo ante la puerta de la casa, y verás como te trae suerte.
- ¿Cómo no he de llorar – respondió la niña-, si mi madre mató a la cabrita y ahora sufro hambre y sed?
- ¿Por qué lloras, Dos Ojitos?
Dos Ojitos se apenó con la muerte de la cabrita y se puso a llorar. El hada volvió a aparecer y le preguntó:
La madre, entonces, tomando un cuchillo, atravesó el corazón de la cabrita, que cayó muerta sin poder decir siquiera”bee”.
– Ya sé por qué esta orgullosa no quiere comer. Cuando está en el prado le dice a la cabrita.”Cabrita, bala; mesita, ponte” y enseguida aparece una mesita bien servida; y cuando ha terminado de comer, dice:”Cabrita, bala; mesita, levántate”, y la mesita desaparece.
Cuando volvieron a casa, Dos Ojitos no miró siquiera las sobras del cuenco de barro. Entonces, Tres Ojitos le dijo a su madre:
Pero en vez de decir:”Ya te duermes, Tres Ojitos”, se equivocó y dijo:”Ya te duermes Dos Ojitos”, con lo que sólo dos de los tres ojos de su hermana se cerraron, permaneciendo despierto el que tenía en medio de la frente. Sin embargo, Tres Ojitos lo cerró también, haciendo creer a su hermana que estaba dormida del todo. De esta forma Tres Ojitos descubrió el secreto de la mesita mágica.
Se sentó Tres Ojitos y Dos Ojitos le cantó.
-Siéntate aquí a mi lado, Tres Ojitos, que te voy a cantar una canción.
Fueron las dos niñas con la cabrita y, al llegar a la pradera, Dos Ojitos le dijo a su hermanita:
-Hoy irás tú, y vigila bien, pues no hay duda de que debe de comer en alguna parte.
Al otro día, la madre dijo a Tres Ojitos:
Cuando estuvieron de vuelta, Dos Ojitos dejó de nuevo sin tocar la sobras que había en su cuenco de barro. Un Ojito no pudo explicar a qué se debía aquello, pues había estado dormida mientras Dos Ojitos comía en la pradera.