Luz ahora: 0,16087 €/kWh

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Adelfas rojas
Foto enviada por cuenka

La Adelfa "es un arbusto de la familia de las apocináceas, que pueden llegar a medir hasta 8 metros de altura. Es una planta mu ramosa, de hojas persistentes semejantes a las del laurel y flores de color rosa, blancas, alguna vez pueden ser amarillas, mu olorosas, y su látex es amargo y narcótico. A la Adelfa, también se le suele llamar laurel rosa o baladre.
Esta planta florece en verano y es un tónico cardíaco y diurético.
La Adelfa cultivada como planta de adorno, requiere buena tierra y tiestos ... (ver texto completo)
Las adelfas de flor sencilla requiere escaso cuidado y mucha humedad; se multiplico por semillas que se siembran en marzo o abril, pero las de flor doble solo se reproducen por esqueje o injerto de escudete"
La Adelfa "es un arbusto de la familia de las apocináceas, que pueden llegar a medir hasta 8 metros de altura. Es una planta mu ramosa, de hojas persistentes semejantes a las del laurel y flores de color rosa, blancas, alguna vez pueden ser amarillas, mu olorosas, y su látex es amargo y narcótico. A la Adelfa, también se le suele llamar laurel rosa o baladre.
Esta planta florece en verano y es un tónico cardíaco y diurético.
La Adelfa cultivada como planta de adorno, requiere buena tierra y tiestos ... (ver texto completo)
Rapunzel y el Príncipe se casaron y fueron muy felices. De la Maga Violenta no se volvió a saber nada, aunque algunos aseguran que sigue criando hermosísimos repollos en su huerta.
Cuando estuvo bastante cerca gritó:
- ¡Rapunzel! ¡Rapunzel! ¡Ven en mi ayuda!
Y la muchacha salió a su encuentro. Al verle en aquella mísera condición, Rapunzel lloró apenada. Sus lágrimas cayeron sobre los ojos del Príncipe que, al instante, quedaron sanos.
Y un día, en que ya estaba a punto de morir de hambre y de tristeza, oyó una dulce voz que cantaba.
La reconoció en seguida y fue siguiendo la dirección que le indicaba el sonido de la triste canción.
La Maga echó las trenzas por la ventanita y el joven trepó por ellas. Cuando llegó arriba, en vez de la hermosa cara de Rapunzel, vio la fea cara de la Maga.
-Has venido a ver a tu novia, ¿verdad? ¡Pues no la encontrarás nunca! ¡Fuera de aquí!
La Maga empujó al Príncipe, que cayó desde lo alto de la torre sobre unos matorrales de acacias espinosas. No se mató, pero las espinas le arañaron los ojos y se quedó ciego.
Comenzó a vagar por el bosque a tientas, sintiéndose el más desgraciado de los ... (ver texto completo)
La Maga Violenta volvió a la torre y aguardó.
No pasó mucho tiempo antes de que se oyera la voz del Príncipe que decía:
¡Rapunzel! ¡Rapunzel!
¡Échame tus trenzas!
- ¡Ah, pícara! ¿Qué es esto que oigo? ¡Así que has estado engañándome todo este tiempo! ¿eh? Yo creía que te tenía bien guardada y tú estabas recibiendo al Príncipe. Bien todavía es tiempo de cortar por lo sano.
Tomó unas tijeras y cortó las hermosas trenzas de Rapunzel. Luego la agarró de la mano y, por arte de encantamiento, la hizo volar con ella por los aires y la dejó abandonada en lo más espeso del bosque.
Y Rapunzel comenzó a tejer la escala. La Maga Violenta no sabía nada de este trabajo porque no podía sospechar ni remotamente lo que estaba ocurriendo.
Pero un día, cuando la Maga acababa de subir a la torre, Rapunzel comentó:
-El Príncipe sube muchísimo más deprisa que vos.
Entre los dos planearon una estratagema para que Rapunzel pudiera escapar de su encierro y marchar a palacio para casarse con el Príncipe.
-Tráeme cada día que vengas a verme una madeja de hebras de seda -pidió Rapunzel-. Yo tejeré con ellas una escala y así un día podré descender de la torre y montar en tu caballo para irme contigo.
Al momento las trenzas colgaron desde la ventana hasta el alcance de sus manos. El Príncipe trepó por ellas.
Al principio, Rapunzel se quedó muy asustada cuando vio al Príncipe ante ella; pero el hijo del Rey supo hablarle con palabras tan amables que consiguió tranquilizarla.
El Príncipe y Rapunzel se hicieron muy amigos. El venía a verla todos los días, cuando sabía que la Maga Violenta no estaba con ella.
Le llenó de curiosidad lo que había visto y todavía creció su interés cuando oyó una dulce canción que sonaba allá en lo alto de la torre.
El Príncipe consiguió reunirse con sus compañeros, pero ya no pudo olvidar la extraña torre y la hermosa voz que cantaba dentro de ella
Volvió otro día al pie de la torre y buscó una entrada pero no la halló y entonces se decidió a gritar la llamada que había oído a la Maga. Dijo:
- ¡Rapunzel! ¡Rapunzel! ¡Échame tus trenzas!
- ¡Rapunzel! ¡Rapunzel! ¡Échame tus trenzas!
Rapunzel tenía un pelo espléndido y larguísimo. Echaba sus trenzas por la ventana y la Maga Violenta trepaba por ellas hasta entrar dentro de la torre.
Un día, el hijo del Rey, que iba de cacería y se había extraviado, vio la extraña torre.
Se quedó mirándola un rato y tuvo ocasión de ver cómo la Maga subía hasta lo alto por las trenzas de oro de Rapunzel.
Y le puso por nombre Rapunzel. La cuidó durante muchos años y le dio una esmerada educación. Cuando Rapunzel cumplió doce años se había convertido en una bellísima jovencita. Para que nadie pudiera alejarla de su lado, la Maga Violenta se la llevó a un bosque espesísimo. Construyó allí una torre muy alta que no tenía puerta ni escalera; solamente tenía una ventanita en la parte más alta. Y allí encerró a la muchacha.
Cada día la maga Violenta venía a visitar a Rapunzel. Llegaba hasta el pie de la ... (ver texto completo)
-Bien, bien, vecino. Conque vais a tener un hijo, ¿eh? Te voy a proponer un trato: yo dejaré que cojas de mi huerta tantos repollos como tu mujer quiera comer y tú me darás a tu hijo en cuanto nazca.
El pobre hombre estaba tan asustado que aceptó el trato.
Su mujer comió ensalada de repollos todos los días.
Y sucedió que la mujer tuvo una preciosa niña. El mismo día de su nacimiento se presentó la Maga Violenta. Tomó a la criatura, la envolvió en su mantón y se la llevó a su casa.