Elisa le dijo:
- ¡Mi querido Juan! Figúrate que nos casamos y tenemos un hijo y cuando ya sea mayor se nos ocurre enciarlo aquí por cerveza. Imagínate que cae aquella piqueta y le da en la cabeza y le dejo muerto. ¿No es motivo para llorar?
- ¡Mi querido Juan! Figúrate que nos casamos y tenemos un hijo y cuando ya sea mayor se nos ocurre enciarlo aquí por cerveza. Imagínate que cae aquella piqueta y le da en la cabeza y le dejo muerto. ¿No es motivo para llorar?