Ahora sólo quedaba salir del
pozo, así que las tres princesas se metieron una por una en la cesta y las subieron. Pero cuando llegó su turno, el cazador recordó que el gnomo le había dicho que tuviera cuidado, así que en vez de meterse en la cesta, metió un pesado predusco. E hizo, bien, porque a mitad de
camino los hermanos cortaron la cuerda y la
piedra se rompió en pedazos al chocar contra el fondo del pozo.