Pero Elarhú solo estaba físicamente allí, sus pensamientos estaban en otro lado. Cogió su cantimplora y vació de golpe el
agua. Y como estaba tan, pero tan distraido, el agua fue a dar a un costado. Parecía la primera vez, cuando a Florecilla no le cayó ni una gota de agua. Elarhú ni reparó en ello y se despidió de Florecilla
Florecilla sintió en esa despedida, un adiós para siempre.