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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Ramillete azul de flores
Foto enviada por cuenka

El Rey Midas

Un rey muy avaro al que no le preocupaban los problemas de sus súbditos mandó llamar al mago más importante del reino y le dijo:

– Quiero que con tu magia consigas que todo lo que toque se convierta en oro, y así convertirme en el rey más rico del mundo.

– El mago pensó en darle una lecció, y le dijo:

-Te voy a conceder tu insensato deseo.
A fin de cuentas, su primer día de vacaciones no había estado tan mal.

Eva Moreno Montilla.
Toda su familia salió a su encuentro. Su madre le abrazaba y le llenaba de besos. Su padre se mantenía callado pero sonreía y algo inusual sucedió. Su hermano le revolvió el pelo guiñándole un ojo. Adriana se había unido a su madre en ese amasijo de besos y abrazos. Pablo sabía que tanta demostración de cariño no duraría mucho.
- Aquí tienen al niño, le hemos encontrado en El Retiro durmiendo en un banco– explicó el guardia.
¡Ding, dong! La puerta se abrió precipitadamente.
El guardia civil le acompañó hasta el coche y le metió detrás. ¿Le pondrían las esposas? ¿Estaría detenido? ¿Dormiría hoy en el calabozo? Pese a todas esas incógnitas ¡estaba subido en el coche de la guardia civil y cuando vinieran sus amigos y se lo contara sería la envidia de todos!
No sabes la que has armado, chaval– le dijo el guardia civil–. Tu familia lleva buscándote toda la noche.
Sus padres, preocupados al ver que pasaban las doce y no había regresado a casa habían llamado a la guardia civil para notificar su desaparición.
Sí, señor – respondió.
Chaval, chaval, ¿eres Pablo Muñoz Moreno?– le preguntó un guardia civil.
Una luz le enfocaba a los ojos.
La primera reacción de Manuela fue hacer pucheros, luego ponerse a llorar hasta que terminó dando alaridos. ¡Qué manía tenia las niñas con gritar! Su madre y su tía al escuchar tal escándalo subieron rápidamente. Su madre, como siempre se temía lo peor. “ ¿Qué habrá hecho esta vez?”, se repetía una y otra vez. Al ver a la niña, la tía Noris se desmayó. Como pudo, esquivó a su madre que se dirigía hacia él con la mano abierta y saltando los escalones de tres en tres salió de su casa. Esta vez no cogió ... (ver texto completo)
Ya hemos terminado, señorita– le dijo, mientras la alzaba hasta el espejo para que se viera.
Se le ocurrió una cosa. Nunca le había gustado el pelo de su prima. Tenía la cabeza llena de rizos y su tía siempre le hacía dos coletas que parecían dos coles de Bruselas. La cogió de la manita, la llevó hasta el cuarto de baño y le dijo que iban a jugar a los peluqueros. La sentó en la banqueta y rebuscó entre los cajones hasta dar con las tijeras. ¿Qué peinado le podría hacer? Ni corto ni perezoso, enganchó una de las coletas y de un certero tijeretazo, ¡zas!, se la cortó. Repitió la operación ... (ver texto completo)
- Anda, Pablo, sube con tu prima a tu habitación a jugar un rato, que la tía Noris y yo tenemos que hablar de cosas de mayores.