Amadeo, enfadado, salió del almacén y se marchó a las
Montañas Nubladas con
comida abundante, su flauta y una escopeta.
Dicen que penetró en un bosque de robles y con la flauta imitó el sonido de un ciervo.
En efecto, un cervatillo rojo lo oyó y salió de entre los
árboles. Con mucha calma, Amadeo cargó el arma y apuntó.
¡BANG!, disparó, pero erró el tiro.