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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Escudo con el Santo
Foto enviada por cuenka

¿Alguien de vosotros fue a rezar y pedir al Santo para encontrar novio/a? A mí no me hizo falta; lo encontré tempranito, cuando menos lo esperaba. Jejejejeje
Pero la joya de la corona es este:

Un barbero, un profesor distraído y un calvo van juntos de viaje y acampan para pasar la noche. Deciden turnarse los tres para vigilar el equipaje, y el barbero se ofrece voluntario para ser el primero mientras los otros dos duermen. Pero pronto se aburre, y para matar el tiempo se pone a afeitar el cráneo del profesor. Cuando termina su turno despierta a este último, que se toca la cabeza y exclama:

—Ese barbero es un auténtico idiota: ha despertado al calvo ... (ver texto completo)
Un hombre fue a ver a un adivino y le preguntó sobre su familia. El adivino contestó:

—Todos están bien, especialmente tu padre.

Esto desconcertó mucho al hombre, que le dijo que su padre llevaba diez años muerto. Pero el adivino sabía defender su oficio y no dio su brazo a torcer:

—No tienes ni idea de quién es tu padre.
Un hombre se encuentra con un conocido y dice:

—Es curioso, me dijeron que habías muerto.

—Pues, como puedes ver, estoy vivo.

—Pero el hombre que me dijo que estabas muerto me ofrece mucha más credibilidad que tú.
Un hombre estaba siendo felicitado por haber sido padre de un varón, y quiso corresponder a sus palabras con otras que no resultaron las más afortunadas en semejante circunstancia:

—Sí, gracias a todos mis amigos.
Un senador llevó a su hijo a una sesión del senado, pero le hizo prometer que no diría ni una palabra de lo que allí escuchara. Cuando esa noche la madre del chico quiso saber sobre qué se había tratado, para salir del paso le respondió con una broma y le dijo que el Senado había estado discutiendo si los hombres debían tener dos esposas o bien todas las mujeres dos maridos. Ella quedó convencida y prometió guardar el secreto, pero a la mañana siguiente el senado apareció rodeado por mujeres clamando ... (ver texto completo)
Un joven vendió sus libros cuando andaba escaso de dinero, y luego escribió lo siguiente a su padre: “Felicitadme, padre. Ya estoy sacando un buen provecho económico de mis estudios”.
El esclavo que me vendiste hace poco ha muerto.

— ¡Por los dioses! Nunca hizo nada parecido mientras estuvo conmigo.
Un hombre tenía una esposa que no cesaba de hablar ni de discutir. Cuando ella murió, el esposo hizo que transportaran su cuerpo hasta el cementerio sobre un escudo. Cuando alguien le preguntó la razón, respondió:

—Era una guerrera
Un hombre de Cuma (que debía de ser el equivalente de Lepe para los romanos) buscaba a un amigo llamándolo a gritos ante su casa.

—Grita más alto para que te oiga —le aconsejó un transeúnte.

— ¡Más alto! ¡Más alto!
Un misógino se encontraba a las puertas de la muerte.

—Si te ocurre algo malo, me colgaré —le decía su esposa.

Él la miró y le dijo:

—Hazme el favor mientras aún estoy vivo.
Un joven se presentó en casa de un compañero de estudios que había fallecido. El padre sollozaba:

— ¡Oh, hijo, me has dejado destrozado!

La madre se lamentaba:

— ¡Oh, hijo, me has quitado la luz de mis ojos!

Más tarde, al abandonar el lugar, el joven comentó con sus amigos:
... (ver texto completo)
Un hombre presentaba sus últimos respetos ante la tumba de su esposa cuando alguien que pasaba le preguntó:

— ¿Quién descansa aquí?

—Yo, ahora que al fin me he librado de ella.
Hace unos años una profesora de Cambridge, Mary Beard, redescubrió un libro de chistes de la época romana. La obra, titulada Philogelos (amante de la risa) se remonta al siglo IV y está escrita en griego. Es la colección de chistes más antigua del mundo entre las que se conservan, y contiene 265. Estos son algunos de ellos:

Un hombre le dice al médico:

—Siempre que me levanto me siento mareado durante media hora. Luego se me pasa.

—Entonces espera media hora antes de levantarte.
Macrobio, en su obra Saturnalia, recoge muchas anécdotas sobre personajes de la antigua Roma. Algunas de ellas se refieren a Augusto, como por ejemplo esta:

Galba era un hombre deformado por una joroba. En una ocasión presentó una causa ante Augusto, y al hacerlo no cesaba de decir:

—Corrígeme, si algo me censuras.

Augusto respondió:

—Yo te puedo amonestar; corregirte no puedo.

Pero más cruel fue aún el gramático Orbilio con el pobre Galba. Orbilio comparecía como testigo contra un reo, y Galba, para confundirle, fingió que desconocía su profesión:

— ¿A qué te dedicas? —le preguntó.

—Suelo frotar jorobas al sol. ... (ver texto completo)