Pero el
árbol, que ya era muy viejito, porque tenía 103 años, estaba un poquito triste. Resultaba ser, que de tan abuelito que era, de tan gordo que estaba -había bebido mucha
lluvia decían-, le pusieron una cerca a su alrededor... con un
cartel. Pero como el no sabía leer... estaba más y más triste porque era un abuelito sin la alegría de sus nietos.