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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA (Cuenca)

Bajo el árbol gigante
Foto enviada por cuenka

Agustín también le contó lo que quería hacer con muchas ganas y fue así como el árbol abuelito se convirtió en el ÁRBOL MÁGICO, el que concedía los sueños.
- ¡La magia funcionó! -se dijo el árbol.
Así, el árbol escuchó todo y estaba muy feliz, ahora se reía muy fuerte con sus ramitas y sus hojas...
Esa misma tarde, después del cole, fue saltando y cantando de alegría al árbol, a encontrarse con Agustín y le contó todo lo que pasó.
Al día siguiente misteriosamente, Guillermo ganó en todos los recreos a las bolas y Carlota le dijo que lo había hecho muy bien y le regaló una bola preciosa. Guillermo estaba muy contento y guardó esa bola como "la bolita de la buena suerte"
El chiquito que primero había trepado se llamaba Guillermo, el otro Agustín. Guillermo le contó a Agustín que él quería poder ganar muchas veces a las bolas para que Jorge no se riera más de él en el colegio, y así Carlota se haría su amiga.
El árbol escuchaba todo y se reía con sus hojas alegres. Entonces pensó que sería una linda idea hacer un poquito de magia.
El chiquito fue a buscar a otro amigo para no estar tan solito. Treparon a una rama que iba para el costado del sol y se quedaron recostados contándose cosas... pequeños secretos de cosas que les gustaría hacer.
Cuando esa tarde de primavera, un chiquito, de unos 10 años, pasó la cerca,! Qué contento se puso el árbol...! Tanto, que escuchen bien lo que pasó:
Tanto tiempo había pasado... que el árbol ya se había cansado de esperar.
Pero al árbol no le interesaba nada esas cosas, el quería oír risas y sentir cómo se trepaban los chicos... oír los secretos que le contaban... pero no le gustaba nada cuando las personas grandes le hacían daño, escribiéndolo o rompiéndolo.
-Árbol centenario. Monumento histórico nacional. Plantado por...
Un día escuchó el árbol - ¡porque saben oír muy bien ellos!-, que alguien leía el cartelito:
Pero el árbol, que ya era muy viejito, porque tenía 103 años, estaba un poquito triste. Resultaba ser, que de tan abuelito que era, de tan gordo que estaba -había bebido mucha lluvia decían-, le pusieron una cerca a su alrededor... con un cartel. Pero como el no sabía leer... estaba más y más triste porque era un abuelito sin la alegría de sus nietos.
EL ÁRBOL MÁGICO
En el centro de una placita, en el pueblo, había un precioso árbol. El árbol tenía ramas muy largas para los costados y también para arriba. Parecía un poquito unos brazos locos que invitaban a los niños a subirse a él.