— ¡Brilla como el sol! Lo pondré en el armario con las otras. —Es oro de verdad —pensó Walter asombrado—. Me pregunto dónde lo habrá encontrado El señor Rabbit abrió un pequeño armario metido en la pared y guardó la pepita. Walter pudo ver un gran montón de piedras amarillas en el armario. — ¡Vaya! —pensó— ¡cuánta riqueza! Debe haber suficiente para comprar toda una fila de bonitas casas y un sinfín de diamantes. Ojalá fuera mía, sería el chico más rico del pueblo. Walter aprendió pronto que la riqueza ... (ver texto completo)