De sus sonrisas tomó la luz, de sus voces la
música, de sus ojos el brillo mágico, de sus abrazos el calor, de sus sueños la ilusión, de su corazón el amor. Fue de aquí para allá, recolectando un poco de cada niño y, cuando hubo reunido una considerable cantidad de magia volvió a sobrevolar el mundo dejándola caer sobre
pueblos y ciudades, sobre cada
casa y cada
edificio. Y, a su paso, todo cobraba
color y calor.