Su oponente era la diosa Sekhmet, con cabeza de
león. Representaba la fuerza destructiva, y por tanto era la diosa de la guerra y de las plagas. Pero Ra consiguió domesticarla, se supone que emborrachándola, de modo que finalmente se convirtió en una poderosa protectora de los humanos. Las dos diosas juntas simbolizaban el equilibrio de las fuerzas de la
naturaleza, pero Bastet, aunque habitualmente pacífica, era impredecible, y cuando se enojaba podía llegar a ser tan feroz como Sekhmet.