Perdone, ¿pasará por aquí el 25? - pregunta un señor a otro en la parada del autobús.
El otro se queda pensando y al poco le responde:
- No, lo siento. El 25 estaré en Bilbao. Solté una carcajada, me quité el sombrero vaquero y le mostré a Martín las tres calvas mías.
—Feliz cumpleaños, Martín —dije. ¡Y él también se echó a reír!
Así que bajamos luciendo nuestras respectivas calvas y no paramos de divertirnos en toda la tarde. La fiesta resultó completa. No —dijo Martín—. Me encuentro raro.
Martín llevaba puesto su mejor traje y a mí me pareció que tenía muy buen aspecto.
—A mí no me pareces raro.
—Mi madre me ha cortado el pelo y me ha dejado tres calvas —dijo Martín.
Me acerqué a él y vi que, efectivamente, ¡Martín tenía tres calvas! La madre de Martín era como la mía. ¡Le había rapado demasiado! No estaba nada convencido. Nadie se presenta a una fiesta de cumpleaños luciendo tres calvas.
Fuimos caminando a casa de Martín con nuestros regalos y... mis tres calvas.
Llamamos a la puerta y nos abrió la madre de Martín; parecía muy enfadada.
—Ya están todos aquí y Martín se niega a salir de su habitación.
Subí las escaleras y entré en la habitación de mi amigo. Martín estaba mirándose en el espejo y llorando a lágrima viva.
... —No puedo —respondí. También me puse el sombrero vaquero para sentarme a cenar. —Quítate el sombrero —dijo mi papá. Papá tiene una gran calva. La miré y pensé que no podía explicarse mi proceder, porque a él ya no puede crecerle el pelo. Después de cenar me fui a mi habitación, cerré la puerta con llave y me miré al espejo para ver si me había crecido el pelo. Pero no. "Si duermo con el sombrero puesto", pensé, "la cabeza me sudará toda la noche y mé crecerá el pelo". A la mañana siguiente lo primero...