Y su madre se puso muy contenta al ver la preciosa carpa dorada que le habían traído como regalo. Al llegar a casa, Pompita y Pirulo se despidieron de Mirta. Corrieron a contarle a su madre todo lo que habían visto y hecho en la feria. Había sido un día inolvidable. Entonces Pompita se dirigió hacia la salida, donde encontraron a Mirta esperándoles. -Os habéis quedado sin dinero, se hace tarde, y aquí me tenéis esperándoos. Tenéis que estar en casa para la hora de la merienda, conque arriba, ¡os llevaré gratis! Con lo que les quedaba del dinero que les había dado su madre, Pirulo se puso a tirar al blanco, y aunque al principio no acertó, por fin logró derribar un erizo de mar. —IHurra! —gritaron todos. ¡Pirulo había ganado una hermosa carpa dorada!