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Entre árboles, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

Y aprendió la lección de no acercarse nunca a los humanos.
Con el tiempo las heridas del tigre sanaron, pero para siempre su piel llevo las rayas anaranjadas que lo quemaron, y las marcas negras donde las cuerdas se habían quemado.
“He cumplido mi parte del trato. Te he traído la sabiduría “, dijo el hombre, y él y sus hijos pusieron la paja en el suelo bajo el tigre. Entonces el hombre le prendió fuego a la misma. Llamas anaranjadas brillaron y quemaron al tigre. El tigre rugió de dolor, hasta que por fin el fuego quemó las cuerdas y pudo escapar, y se tiró al rio para resfrescar su piel chamuscada por el fuego.
Un poco más tarde, el hombre volvió al campo con sus tres hijos. Cada uno llevaba costales de paja seca.
El tigre tenía miedo de que el hombre cambiara de opinión acerca de compartir su sabiduría. Pensó en el gran poder que la sabiduría le daría – con su fuerza, y con sólo un poco de la sabiduría del hombre, él gobernaría a todas las criaturas de la tierra, el mar o el cielo. Quería tanto ese tesoro, que accedió a que el hombre lo atara con una cuerda al tronco del árbol de plátano.