- ¡Pues NO os la comeréis ninguno de vosotros! contestó Marcelina. Me la comeré yo, con todos mis hijos. Y así lo hizo. Llamó a sus pollitos y la compartió con ellos. - ¡Yo, yo! dijo el perro. - ¡Yo, yo! dijo el gato. - ¡Yo, yo! dijo el pato. – Y ahora, ¿quién comerá la barra de pan? volvió a preguntar la gallinita roja.