Argumento
Los guiones del Capitán Trueno huyen de dar una visión maniquea, cátara o estereotipada de las demás razas y culturas. De este modo, encontramos tanto a enemigos como
amigos entre los vikingos noruegos, los chinos continentales, los indígenas americanos e, incluso, entre los propios españoles, colectivos humanos en los que aparecen personajes honrados y valientes junto a tipejos execrables, los cuales, por ejemplo, quieren practicar la "
caza del hombre" con sus propios siervos. Pese a ser una obra con héroes y villanos, no todos los intervinientes que van desfilando son buenos o malos de modo permanente o absoluto. Cabe citar como ejemplo al vikingo Ragnar Loghbroth, padre adoptivo de Sigrid, quien confiesa en su lecho de muerte que, si bien atacó y saqueó como pirata las ricas naves de los mercaderes, "también es cierto que combatí [continúa el relato del vikingo] a los traficantes de esclavos". A éstos ayudó a recobrar la libertad.
El autor propugna la defensa de la Ciencia y de los avances técnicos: por ejemplo, cuando el mago Morgano es liberado y Crispín le pregunta, en el laboratorio, si es allí donde realiza su magia, aquél le responde: "la única magia que hay está aquí, en los libros de Ciencia". Los inventos del mago Morgano constituyen [salvando las anacronías que Mora advierte en el propio cómic], valiosos elementos dinamizadores de la serie y, uno de ellos en especial, el globo aerostático, le permitirá al guionista desplazar con facilidad al héroe y a sus compañeros por varios continentes. Gracias a este mago (quien construye el primer globo en la serie), el Capitán Trueno aprende a fabricar este aparato volador, el cual le llevará a lugares y continentes alejados, exóticos e inexplorados para la supuesta época de las aventuras (Mongolia, Japón, África o América). Por otra parte, la aparente "magia" que se inserta en las aventuras nunca es tal, sino que tiene una explicación racional, ya sea por reacciones químicas o por ingeniosos trucos, artimañas provocadas por los falsos magos para asustar y reforzar la superstición, la dependencia, la sumisión y la manipulación del
pueblo (si bien, en las últimas aventuras más recientes, sí aparece la magia como tal).
Finalmente, recurriendo a un inteligente empleo del humor y de las situaciones cómicas (comenta el autor en el prólogo de La Reina Bruja de Anubis) se apartó de los cauces formales de la historieta española de los años 50 y 60, donde era inusual y desacostumbrado ver al héroe sonreír y reír a carcajadas.