13, Rue del Percebe. HACE CALOR, ¿EH DON TOPO?, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

6 de Marzo

•1961: en España se publica la primera página de 13, Rue del Percebe en la revista de historietas española Tiovivo.

Segunda planta

◦Segundo izquierda:
En este piso habita una anciana de la Sociedad Protectora de Animales que, eterna amante de éstos, no deja de cambiar de mascota (normalmente gatos pero ha tenido incluso una ballena) ni de tener los más variados problemas con ellas, estas situaciones recuerdan a las de Doña Trini y sus animalitos de Escobar.

◦Segundo derecha:
Es el único piso cuyo inquilino ha cambiado con los años. En principio vivía un científico loco, que infatigablemente trabajaba en crear creaba monstruos horripilantes pero que siempre le salían buenazos (claramente inspirado en el Víctor Frankenstein de la novela de Mary Shelley). Posteriormente el doctor se fue y dejó el piso vacío, siendo reemplazado por la portera como una suerte de agente inmobiliario que intentaba vender el piso a varios personajes, siendo el estado de éste el motivo cómico. Finalmente fue adquirido por un desastrado sastre con mucha caradura y una más que cuestionable profesionalidad.
(6 de Marzo de 1961)
Por ser enemiga del bien, mala es la tristeza, y peor aún si se ayunta con el tener razón. Cosa bien distinta es el dolor. También conviene dejarlo claro, porque el dolor sí es compatible con el bien. Y no solo compatible, sino fuente de él.

Comentarios o sugerencias al autor Estanislao Martín Rincón
El tener razón nos ensimisma, el amar nos lleva a dedicarnos a los problemas del prójimo. Lo primero nos constriñe, lo segundo nos dilata; aquello nos empequeñece, esto otro nos hace grandes; la tristeza generada por la búsqueda de tener razón nos “egoistiza”, la alegría que procede del amor nos lleva a darnos. ¿Ves por qué no se nos ha dicho que busquemos tener razón y en cambio sí se nos ha mandado -como único precepto- amar a los demás?
Pensando en ti, lector querido, se me ocurre que tal vez me hagas la siguiente objeción: todo lo dicho está muy bien, pero solemos ver el mal concreto como en un tablero de ajedrez, vemos sus causas y sus consecuencias, sus agentes y sus responsables y vemos también qué se podría hacer para evitarlo. Dicho de otro modo, tenemos razón. Pues bien, este es el segundo rasgo hacia el que deseo fijar tu atención: el hecho de tener razón. ¡Cuánto nos gusta y de qué poco sirve! ¡Tenemos tantas razones para...
¿Qué clase de pecado? Una variante de la pereza que consiste en la modorra y el torpor para salir de la oscuridad de uno mismo. Porque este es uno de los grandes efectos demoledores de la tristeza: que mete al hombre en sí mismo y lo incapacita para salir de sus angustias. Lo encierra en sí mismo, lo ofusca y lo va asfixiando cada vez más, lo recuece en su propio jugo y lo paraliza; impide ver las necesidades ajenas (bastante tiene con las propias) y obstaculiza la apertura a los demás.
Pues bien: no podemos hacer el juego a esta estrategia. No podemos tener ojos solo para el mal. No podemos poner el acento, solo ni preferiblemente, en lo mal que está todo porque cada vez que lo hacemos nos convertimos en peones y colaboradores de esa estrategia perversa. Quien ve mal por todas partes no tiene ninguna posibilidad de complacerse en nada. La cosa tiene más gravedad de lo que pudiera parecer, porque es un asunto que nos atañe no solo de manera individual, y aunque tiene un componente...