Y ésta fue toda la venganza de la joven del violín encantado. La joven les reconoció enseguida, aunque ellos no supieron que era su hermana, y después de servirles excelentes viandas, les contó su historia, fingiendo que era la de una amiga suya. Los hermanos se avergonzaron de no haber procurado salvarla, y hasta el final de sus días se lamentaron de su mal proceder. En cambio, los hermanos de ella eran cada día más pobres, y llegó un día en que tuvieron que acudir al jefe del poblado, pues ya ni siquiera podían comer. Pasaron los años y en la casa reinaba la mayor alegría, pues la joven administraba a la perfección los bienes de su marido, y tanta fue su buena administración que cada día fueron más ricos y poderosos. Y así fue, y toda la familia se sintió muy feliz al ver a la mujer que el hijo del jefe tomaba por esposa.