A partir de aquel día Benet y su pueblo no volvieron a sufrir ningún ataque más y vivieron en paz y prosperidad en sus tierras. La roca quedó allí, donde han crecido bosques espesos. Son los que ahora se conocen como los bosques de las Árdenas. El diablo quedó abatido. Renunció a su proyecto destructor y volvió a la profundidad de las tinieblas, dejando allí la piedra inmensa, que rodó por toda la tierra ocasionando un gran estruendo. - ¡No puedes imaginar cuanto! – dijo Benet- mire yo vengo de allí y ya he gastado todos estos zapatos. - ¿Quedan muy lejos las tierras de Benet de Montgarran? El diablo confundiéndole con un simple viajero le preguntó: