Foto cortesía de José Manuel "Hache"
Mina de
"Lapis specularis"
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El lapis specularis, conocido como espejuelo en la actualidad, es un tipo de
piedra de yeso selenítica especular traslúcido. Fue un mineral muy valorado en la Antigua Roma, explotándose para la fabricación, a modo de cristal, de
ventanas fundamentalmente durante los siglos I y II d. C. en la provincia de Hispania. Otros nombres con lo que también se conoce en la actualidad son espejillo, piedra del lobo, espejillo de asno, piedra de la luna, piedra de luz, sapienza o reluz.
Plinio el Viejo en su Naturalis
Historia cuenta que este mineral era extraído en la Hispania Citerior, en
minas halladas en 100 000 pasos alrededor de Segóbriga, unos 150 km, obteniéndose la más traslúcida de esta piedra cerca de esta ciudad. Se extraía de
pozos profundos en el subsuelo, encajado en otras
rocas, siendo necesario separarlo de éstas una vez en la superficie; Plinio nos lo describe como una piedra fósil en su mayor parte que forma un bloque compacto a modo de cemento con la propiedad de dejarse cortar con serrucho con facilidad y en finas capas, y aunque podía encontrarse en otros lugares como Chipre, Sicilia, la Capadocia e incluso en África, el de mayor calidad era el hispano. También nos habla de la existencia un lapis specularis negro, siendo sin embargo el más común el blanco; asimismo su peculiar calidad radica en que, a pesar de su fragilidad, muestra muy buena entereza sin ajarse al calor y al frío.
El principal uso del lapis specularis en la Antigua Roma fue para la fabricación de ventanas acristaladas, acoplándose en armazones, principalmente de madera aunque también se fabricaron de
cerámica, que permitían ensamblar varias planchas con el fin de cubrir la superficie en función del tamaño de la
ventana. Incluso se llegaron a construir invernaderos a base de unir
placas de lapis specularis. Por extensión, a las ventanas acristaladas con este material se las denominada de igual forma.