Estos accedieron de buena gana y cuando por fin volvieron a ver la luz del sol se llenaron de energía y se lanzaron a la batalla con todas sus fuerzas. Tembló la tierra y se sacudió el cielo hasta que los Titanes quedaron sepultados bajo una montaña de rocas arrojadas por los monstruos de cien brazos. Los que sobrevivieron fueron arrojados al Tártaro y nunca más volvieron a salir de allí. Zeus deseaba poner orden de una buena vez y para siempre, entonces descendió hasta el Tártaro donde se encontraban encadenados los Cíclopes y los Gigantes de cien brazos y les pidió ayuda para acabar con el flagelo de los Titanes. Zeus, pensó que si los soltaba se calmarían, pero apenas los liberó de su prisión, comenzaron a arrojarle rocas y amontonar montañas. Este desastre duró diez años. Crono se unió a Rea, pero también tenía la mala costumbre de comerse a sus hijos, entonces el menor, Zeus, lo destronó y conquistó el dominio del mundo.
Los Titanes que estaban confinados en las profundidades, no estaban de acuerdo y se sublevaron agitando la tierra, sacudiendo las montañas y causando todo tipo de terremotos y maremotos La sangre derramada, volvió a fecundar la tierra. De allí nacieron las Erinias, espiritus vengadores de los crímenes de sangre, Los Gigantes y las Ninfas Melíades o de los árboles de fresno. Del órgano que cayó al mar nació la diosa Afrodita, que encontraron flotando en una concha marina.