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Para otros usos de este término, véase Telaraña (desambiguación).
Una telaraña es una estructura construida por una araña con su seda de araña proteica, a través de sus hileras.
Forma de construir las telarañas
Las telas de araña se forman a partir de la seda de araña que las arañas biosintetizan y secretan a través de sus glándulas de hilado, en la parte posterior del abdomen. Las especies más primitivas de araña poseen pocas glándulas y por lo tanto sintetizan sedas muy similares en todos los casos. Sin embargo arañas más evolucionadas tienen hasta 7 glándulas diferentes con las que pueden sintetizar diferentes sedas para diferentes funciones, bien para la formación de telarañas, bien para otras funciones (ver seda de araña).
Las telas permiten a la araña atrapar a su presa sin tener que gastar energía cazándola. Por tanto, es un método eficiente de recolección de alimento. Por otro lado, construir una telaraña es en sí un gran gasto de energía debido a la gran cantidad de proteínas requeridas en la formación de la seda. Además, después de un tiempo la seda perderá su adhesividad y se hará ineficiente para capturar presas. No es raro ver arañas que consumen su propia red diariamente para recuperar parte de la energía utilizada en el hilar.
Algunas sedas de araña son más fuertes que el acero del mismo grosor. La microestructura de este material es objeto de investigaciones para potenciales aplicaciones industriales y médicas.
Ahora y hasta su muerte en el año 600, el sabio y santo Arzobispo deja de ser un hombre influyente en la política del reino. Le ocupa el alma el ansia de hacer el bien. Mucha oración, atención a las obligaciones pastorales, estudio de la Sagrada Escritura, penitencia por los pecados de su vida, y la carta que escribe a su hermana Florentina que llega a servir de pauta para la vida monástica femenina hasta el punto de ser llamada «la regla de San Alejandro» le llenaron su tiempo. Sevilla tiene motivos para mostrar orgullo con un santo así ¿verdad? Hay quien afirma que los santos pertenecen a todos y posiblemente no les falte razón, pero ¿no podrán pertenecer a algunos un poco más? La conversión paulatina a la fe católica de los arrianos visigodos del reino es sincera y la deseada unidad ha encontrado el vínculo de cohesión en la unidad de la fe. Lo que intuyó el rey Leovigildo, pero con signo contrario; en esta ocasión, triunfó la verdad. Vuelve a Sevilla su Arzobispo al disminuir la tensión del rey Leovigildo y lo verá morir. Leandro, en el 589, convoca el III Concilio de Toledo donde Recaredo, que ha sucedido a su padre en el trono, abjura de los errores arrianos y hace profesión de fe católica lográndose la unidad del reino visigodo y la paz. Sobreviene como esperada consecuencia una renovación en la vida religiosa, un resurgir de las letras y una fresca ganancia en el terreno de las artes. Leandro ha sido obligado a abandonar su Iglesia y su patria. Aprovecha el destierro para pedir ayuda al emperador de Bizancio. En Constantinopla se encuentra con Gregorio, que ha sido enviado por el papa Pelagio -lo sucederá luego en la Sede romana- con quien traba una gran amistad; le anima a poner por escrito los libros Morales -comentario al libro de Job- que influirán de un modo decisivo en la ascética de todo el Medievo.