Echó el oso, al oir ésto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto
hubo de exclamar así: Estaba el cerdo presente,
y dijo: “ ¡Bravo! ¡Bien va!
Bailarín más excelente
no se ha visto ni verá”. “Yo creo -replicó el oso-,
que me haces poco favor.
¡Pues qué! ¿Mi aire no es garboso?
¿No hago el paso con primor?” Queriendo hacer de persona,
dijo a una mona: “ ¿Qué tal?”.
Era perita la mona,
y respondióle: “Muy mal”. El elogio de los necios