El hijo del rey y Signy vivieron felices durante muchos años. El rey estuvo de acuerdo y ordenó sin demora que se preparara una gran celebración de boda, a la que fueron invitados todos los habitantes del reino.
Los festejos duraron una semana completa y todos elogiaron al rey por los hermosos regalos que entregó a la joven pareja. La muchacha volvió a la cabaña y después regresó al palacio con Hlini. El rey recibió a su hijo con gran alegría y le pidió que se sentara junto a él, en el sitio de honor.
Hlini quiso que Signy lo acompañara y le explicó a su padre todo lo sucedido durante su ausencia. Luego le pidió al rey su consentimiento para tomar a Signy como esposa. A la mañana siguiente, bien temprano, Signy se encaminó al palacio real y una vez allí le preguntó al rey cuál sería su recompensa si le llevaba a su hijo sano y salvo. El rey le respondió que no creía que fuera capaz de conseguirlo, pero que si lo lograba la recompensaría, tal como había prometido. Cuando llegaron a la cabaña fueron muy bien recibidos por los padres de la muchacha y se quedaron a pasar la noche.