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Esperando la noche, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

(24 de Agosto de 2017)
El gigante no se dio cuenta del engaño y cargó nuevamente sobre sus espaldas todo el peso de la bóveda celeste.
Heracles, tomó las manzanas de oro y salió corriendo hasta llegar ante Euristeo.
-Me parece bien -dijo-, pero antes, permíteme buscar algo que sirva de almohadilla y me acomode el cabello para que amortigüe el peso de tanta carga. Sostenme unos minutos el cielo hasta que resuelva este problema.
Atlas aceptó porque ya estaba cansado de tener tanto peso sobre sus hombros. Entró al jardín y arrancó los frutos dorados, pero al regresar le dijo a Heracles que quería ir en persona a entregar el preciado botín a Euristeo.
Heracles tuvo que pensar rápidamente una respuesta
Heracles conocía bien la existencia del temible dragón Ladón. Entonces le propuso al gigante que si iba en busca de las manzanas de oro, él sostendría el firmamento en su lugar.
Para llegar, Heracles tuvo que atravesar África. Caminó y caminó hasta llegar al punto más alejado del mundo occidental y allí vio las puertas del jardín.
También vio a Atlas, un gigante enorme que en su destierro fue obligado a cargar sobre sus espaldas el peso de la bóveda celeste.