Los periquitos crían indefinidamente, lo que les debilita e incluso puede provocar trastornos 'de muda'; por esto retiraremos el nido de repuesto durante el mes de agosto en nuestras latitudes, dejándoles sin nidales hasta el siguiente mes de febrero e incluso separando los reproductores si fuera necesario, volviéndolos a reunir al cabo de cinco o seis meses. En el jaulón de cría debe disponerse un 'hueso de jibia' que los periquitos picotearán ávidamente. Las cajas anidaderas tendrán, a ser posible, el fondo movible y optativamente la parte posterior de vidrio cubierto de fieltro negro para observar de vez en cuando el desarrollo de la incubación o la ceba. El tamaño óptimo de los nidos es de 20 x 12 x 12 cm, con un orificio circular de entrada de 4 cm de diámetro. Los padres alimentan perfectamente a sus hijos, que abandonan el nido a las cuatro o cinco semanas de edad, pudiendo emanciparse y ser separados al cabo de otros diez días cuando ya comen solos. La incubación dura dieciocho días, pero la diferencia de 'edad' entre el primero y el último de los huevos puede llega a ser tan grande que los polluelos tengan tamaños muy dispares. Si se quiere homogeneizar la nidada han de sustituirse los huevos durante la puesta por otros de piedra para volver a colocar los naturales una vez concluida la oviposición. De esta forma la incubación es homogénea y los polluelos nacen a la vez.