Foto de Rafa GC
Arado
romano
El arado romano es una importante herramienta agrícola utilizada desde los tiempos prehistóricos.
Se conoce con el nombre de arado romano el utensilio tirado por fuerza animal que se ha venido usando para labrar la tierra desde la época
romana hasta nuestros días. Su cese, a mediados del siglo XX, coincide con la sustitución de los animales de tiro por máquinas, y con el abandono general de los terrenos de labor en los que no fuera rentable la utilización de maquinaria.
Historia
El arado romano, o tradicional, estaba compuesto por una parte delantera que era de la que tiraba el animal, llamada timón, pieza que estaba enlazada con la cameta, y esta se unía con la base del arado (la
reja) mediante una telera por aproximadamente la mitad de la cameta y por la punta con el dental. La reja era la parte que servía para arar, hundiéndose dentro de la tierra, aunque no sería de hierro hasta el siglo IX, que lo haría con difusión por toda Europa Occidental, y a partir de entonces se mejoraría la técnica.
En la época del Bajo Imperio, se comenzaría a utilizar la vertedera, que la podríamos comparar con una «pequeña reja lateral», que ayudaría a remover mejor la tierra ahorrando el número de labradas necesarias para prepararla. Finalmente, la esteva servía al campesino para dominar el arado, teniendo que hacer fuerza para hundir la reja.
El arado normando, de hierro y con ruedas, sustituyó al arado deslizante o romano. Este arado permitía hacer surcos más profundos, aireando mejor la tierra y mejorando la retención de humedad.