Fotografía cortesía de Manolo Borona
En la
iglesia parroquial, tuvo lugar la representación del belén viviente, llevada a cabo por los niños en edad escolar, dirigidos por nuestro querido cura párroco, D. Ángel de
Sevilla y Panadero.
En el Belén están representados todos los personajes históricos, como la
Virgen María,
San José, el Niño, los tres Reyes Magos de Oriente, los pastorcillos que fueron a adorar al Niño, los ángeles y otros más, dando forma al Belén viviente.
• Por los personajes empleados se clasifican dos tipos de nacimiento:
o Los vivientes, en que personas reales desarrollan las diferentes escenas del belén, incluso con la participación o no de animales vivos y vegetación natural. Aunque el primer belén, el de Greccio, fue de este tipo, ha de ser considerado más una representación de tipo teatral o religiosa (como los autos sacramentales) que un belén.
o Los tradicionales, en que utilizan figuras realizadas en diferentes materiales para todas sus escenas. A su vez se subdividen en:
-Fijos: Sus figuras no realizan movimientos, aunque en algunos belenes, en especial los populares, pueden ser desplazadas dentro del escenario, mientras que en los artísticos, y en especial en los dioramas, las figuras ocupan lugares preestablecidos y fijos de los que no pueden ser movidos (normalmente están fijados a la escena con algún medio)
-Animados: Dispositivos mecánicos o eléctricos permiten que las figuras realicen movimientos repetitivos.
Belenes, Pesebres, Nacimientos del Mundo
El origen del nacimiento se remonta a San Francisco de Asís, quien instaló el primer nacimiento viviente para ejemplificar el nacimiento de Jesús.
LOS BELENES: ORIGEN
Fue san Francisco de Asís, el
santo que se caracterizó por su sentido positivo de la vida, por su amor a la
naturaleza, el que tuvo una visión tan "infantil" y tan bella de la
Navidad. Él fue el que ideó esta forma de vivir el nacimiento de Jesús: reproduciéndolo en algo tan vivo y tan plástico como los belenes, llamados también pesebres o nacimientos.
El salto importante fue pasar de la representación pictórica e incluso escultórica, a la plástica en miniatura, en versión infantil. Algo así como jugar a soldaditos, pero con una
historia infinitamente más atractiva que la guerra. Con el gran lema PAZ EN LA TIERRA que exhiben los ángeles. La prueba de la genial intuición de san Francisco de Asís es que al morir, en 1226, la piadosa
costumbre de celebrar la Navidad reproduciéndola en el Belén, se había extendido por todo el mundo cristiano, y que con el paso de los siglos se ha ido afianzando más y más.
Este milagro se debió a dos factores: al sello de simplicidad e ingenuidad franciscana, que ponía su diseño y realización al alcance de cualquiera, y al entusiasmo de
santa Clara, la fundadora de las clarisas y ferviente admiradora de san Francisco, que difundió esta piadosa costumbre por todos los
conventos de la orden y la contagió a las
familias. El mismo origen franciscano tuvieron también los pesebres vivientes.
En forma paralela se desarrollaron durante la edad media los llamados misterios, que se representaban en las
iglesias como parte de la liturgia. Eran una catequesis viva sobre la vida de Jesús. Se representaban especialmente los pasajes de la Anunciación, de la Adoración de los pastores, y de la Adoración de los Reyes Magos.
El clima de profunda vivencia de la navidad que creaban todas estas cosas fue creciendo y retroalimentándose, hasta que tomó posesión definitiva de los hogares, convirtiéndose el pesebre o belén en el centro de interés de las
fiestas navideñas. Fue en el siglo XVIII cuando la participación de grandes artistas en la creación de figuras para el belén, le dio gran predicamento incluso entre las clases más elitistas.
La costumbre de construir belenes pasó de
Italia a
España, y de aquí a América. En torno al belén se organizaron los rituales domésticos tal como el canto de villancicos, el avance de los Reyes Magos, los regalos, etc.