Cueva excavada en la falda de la
Sierra de Padrejas, junto al
Camino del mismo nombre. En su día, antepasados nuestros, extrajeron la tierra de la falda creando un habitáculo suficiente para albergar unas seis personas y librarlas de la intemperie y de algún temporal del frío
invierno, o tal vez una
tormenta de
verano.
La entrada a la cueva está enmarcada con unos sillares de
piedra de la misma sierra, creando un dintel muy apropiado. Sabemos de su
antigüedad, aunque no la tengamos datada. Su conservación, a día de hoy, es excelente, se encuentra en buen estado y relativamente limpia y, por decirlo de alguna manera, "habitable".
Cuevas como ésta, las podíamos encontrar en todo el Término Municipal, al igual que los "chozos", que servían para dar cobijo a los caminantes que transitaban los
caminos, en caso de necesidad, a la vez que descanso. Hoy en día supone un gran logro ver como se mantiene en pie este tipo de construcciones rurales. Colaboremos a que siga siendo así a lo largo de los tiempos.
Refugio de
montaña
Un refugio de montaña o
albergue de montaña o cabaña de montaña es un
edificio destinado a alojar y proteger de las inclemencias meteorológicas a alpinistas o excursionistas, que se sitúa en zonas de montaña, generalmente de difícil acceso, o en núcleos rurales. La mayoría de estas instalaciones están gestionados por un club alpino.
Características
Las características de los
refugios de montaña son muy variables: existen refugios muy básicos, del tipo llamado vivac, que solamente consisten en un techo con paredes, destinados únicamente a resguardar a los escaladores en zonas de alta montaña. Se encuentran siempre abiertos y cualquiera que los necesite puede hacer uso de los mismos.
Los refugios organizados están a cargo de uno o más empleados, y ofrecen servicios básicos de
alojamiento y venta de algunas bebidas y
comidas. 3 Están divididos en varias habitaciones independientes, y son de madera o piedra del lugar, aunque ocasionalmente pueden ser de ladrillos, o estructuras prefabricadas. Suelen poseer sanitarios de tipo rústico, cocina comunitaria y alojamiento, compartiendo la habitación con el resto de montañeros. En la actualidad, la mayoría tiene algún tipo de generador eléctrico o paneles solares, y cuentan con una emisora en caso de problemas. La mayoría de los refugios sólo son accesibles a pie o a
caballo, aunque existen algunos que pueden ser accedidos en automóvil por caminos precarios.
Hacia fines del siglo XX se desarrollaron refugios que ofrecen servicios propios de
hoteles, por ejemplo ofreciendo comidas, aunque su confort sigue siendo rústico.
La mayoría son propiedad de un club alpino o club andino, que ofrece descuentos a sus socios. De su gestión se encargan los guardas o refugieros, nombrados por el club. Estos guardas pueden habitar en el albergue de forma permanente o bien, por su difícil acceso o durante la temporada de invierno, ocuparse periódicamente de su mantenimiento.