Geografía física
Una vega, llanura aluvial, llanura de inundación o
valle de inundación; terreno bajo y llano que puede ser inundado ante una eventual crecida de las
aguas de una corriente fluvial cercana.
Llanura aluvial
Una llanura aluvial, vega, llanura de inundación, o valle de inundación, es la parte orográfica de fondo plano que contiene un cauce y que puede ser inundada ante una eventual crecida de las aguas de este.
Muchas veces la topografía de las llanuras costaneras de los
ríos se dice que tiene forma de abanico o cono, lo que significa que el lecho del
río podría desplazarse con bastante facilidad, inundando zonas alejadas del lecho principal actual. Dichas zonas constituyen zonas interesantes para el desarrollo del riego, debido a la topografía favorable para desviar el
agua del río hacia cualquier punto de su zona aluvial. Se trata entonces de zonas vulnerables.
Los ríos están generalmente encauzados, protegiendo así las zonas agrícolas y las zonas urbanas. Además, para tener acceso más fácil al agua, las ciudades fueron, muchas veces, construidas muy cerca de los ríos, lo que las torna más vulnerables. Para reducir los riesgos de cambio importante de lecho durante crecidas fuertes, se debe tomar en cuenta la dinámica fluvial de los ríos asociada con el transporte de sedimentos, controlando la evolución de los cauces y evitando errores graves tales como puntos de reducción excesivos de la sección del río (con presas de derivación, bocatomas,
puentes, etc.).
Se debe prever puntos de desborde de los ríos claramente identificados, con la realización de vertederos permitiendo reducir los riesgos de rotura incontrolada de diques, a fin de manejar en vez de sufrir las consecuencias de eventos excepcionales.
En el sur de Sudamérica, bajo el término «vega» se hace especial alusión a las áreas, más bien pequeñas y de suelos blandos y fértiles, que en zonas áridas contornean arroyos —o solo se muestran en algunos de sus recodos—. Pueden ser en manantiales de
montaña (como en los Andes) o en sectores desérticos de baja altitud (como en la Patagonia esteparia), los cuales, al estar siempre bien regados, generalmente son las únicas áreas de la región que disponen de pastos tiernos; por ello son fundamentales para la biodiversidad y la
ganadería.
El
paisaje en la geografía física
El paisaje surge de la interacción de los diversos agentes geográficos. Estos agentes son materiales y energéticos de los que derivan formas y procesos. Se clasifican en Litosfera, Atmósfera, Hidrosfera y Biosfera. De esta última se diferencia la Antroposfera (Tecnosfera, ecosistema novel) formada por las poblaciones humanas y que juega un papel diferenciado como agente del paisaje, generando incluso una nueva época en la
historia de la Tierra (el Antropoceno).
La interacción de estos agentes forma el amplio espectro de
paisajes definidos por sus características geográficas. La relación que existe entre todos sus elementos constitutivos es multicausal y dinámica. Los cambios son tanto producto como condicionante de la dinámica de los paisajes, en los cuales el ser humano cumple un papel específico.
La biosfera se asienta sobre la superficie, que es la zona de contacto entre las diferentes esferas, y de manera especial en la hidrosfera. La biosfera transforma el paisaje superficial pero luego limitada según sus características funcionales a los relieves litológicos, a las características atmosféricas (climas) y a la disponibilidad de agua.
De manera especial destaca en la biosfera la antroposfera formada por los seres humanos en su organización social y en su poblamiento y uso sobre el territorio. Ya que su influencia abarca casi todos los
rincones del planeta, el paisaje ya no está definido por sus agentes naturales, los paisajes naturales sólo son espacios marginales y residuales.
En la definición de paisaje que nos da la geógrafa física española María de Bolós, queda de manifiesto otra teoría del paisaje de carácter geofísico, en la cual se aprecia la existencia de tres elementos fundamentales: las características del geosistema que las define, el tamaño referido a una escala espacial (epigeósfera, es decir, sistema abierto desde el cosmos como hacia el interior de la tierra) y el período de tiempo considerado en la escala temporal (métodos de datación – absoluta y relativa – y las escalas de tiempo cronológico – megaescala, macroescala, mesoescala y microescala).
La edad de un paisaje se mide de acuerdo a la autora, en cuanto este comienza a funcionar como sistema, como el geosistema actual que es. Los paisajes antiguos son aquellos en cuya formación aparecen en un mismo momento todos los elementos en forma dinámica desde hace mucho tiempo parecida a la actual dinámica que presentan. Los paisajes nuevos no nacen de la nada, sino en que su mayoría son antropizaciones radicales o extensivas de los antiguos, estos pueden aparecer por: “las causas antrópicas, los cambios climáticos, los movimientos tectónicos recientes, modificaciones en la línea de costa, emersión de tierras o formación de islas nuevas” [entre las principales].