El
puente en la Edad Media
Después de esto, la construcción de
puentes no sufrió cambios sustanciales durante mucho tiempo. La
piedra y la madera se utilizaban prácticamente de la misma manera durante la época napoleónica que durante el reinado de Julio César, incluso mucho tiempo antes. La construcción de los puentes fue evolucionando conforme la necesidad que de ellos se sentía. Cuando Roma empezó a conquistar la mayor parte del mundo conocido, iban levantando puentes de madera más o menos permanentes; cuando construyeron calzadas pavimentadas, alzaron puentes de piedra labrada.
A la caída del Imperio
romano, el
arte sufrió un gran retroceso durante más de seis siglos. El hombre
medieval veía en los
ríos una defensa natural contra las invasiones, por lo que no consideraba necesario la construcción de los medios para salvarlos. El puente era un punto débil en el sistema defensivo feudal. Por lo tanto muchos de los que estaban construidos fueron desmantelados, y los pocos que quedaron estaban protegidos con fortificaciones.
Un tipo fue muy habitual en Europa, el de los puentes habitados, con viviendas y
tiendas. Su origen tuvo una única motivación, la fiscalidad: en esos puentes vivían los pobres y los comerciantes que buscaban evadir el contrato de censo (pagable al propietario del suelo) y el peaje (concesión, pagable al señor feudal). Prácticamente han desaparecido todos.
Calzada
Romana Complutum - Cartago Nova
Calzada Romana en el paraje "El
Valle".
Calzada romana
La calzada romana era el modelo de
camino usado por Roma para la vertebración de su Imperio. La red viaria fue utilizada por el
ejército en la conquista de territorios y gracias a ella se podían movilizar grandes efectivos con una rapidez nunca vista hasta entonces. En el aspecto económico desempeñó un papel fundamental, ya que el transporte de mercancías se agilizó notablemente. Las calzadas también tuvieron gran influencia en la difusión de la nueva cultura y en difundir por todo el Imperio la romanización. El Itinerario de Antonino, del siglo iii, es la
fuente escrita que mayor
información nos aporta sobre la red viaria romana.
Unían las ciudades de todos los puntos de
Italia y después del Imperio con los centros de decisión políticos o económicos. Los viajes eran fáciles y rápidos para la época, gracias a una organización que favorecía una relativa comodidad para sus usuarios. Pensadas, primero, para uso
militar, serán el origen de la expansión económica del Imperio, y después de su final, facilitando las grandes invasiones de los
pueblos bárbaros.
Alconchel de la Estrella es un municipio español de la provincia de
Cuenca, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.
HISTORIA
Su origen, incierto, nos conduce a la Edad del Bronce y en ella, un posible poblado diera luego nombre a la ciudad olcade de Altheia, la misma que Aníbal con sus huestes, arrasase, reduciéndola a cenizas y a sus habitantes a la esclavitud. Ahí empezaría la conocida Olcadia, después Alcarria para los conquenses.
Algunas noticias no bien documentadas, afirman que este lugar fuese después núcleo importante con el nombre de Certina en el siglo II a. C. siendo lugar de paso en el recorrido romano de la
vía que unía Cartago Nova con Cómpluto (Alcalá de Henares), pasando por Segóbriga. Ello lo demuestra la existencia de
minas de lapis specularis (espe-juelo), por entonces, muy codiciado por el mundo romano.
Durante el dominio musulmán, fue lugar fuerte, como lo demuestran los restos del
castillo que ondea en el cerro y que pudiera haber dado lugar a un núcleo bereber primitivo.
Un documento de 18 de octubre de 1194, fechado en Alarcos, nos dice como Alfonso VIII de Castilla concede a la Orden de Santiago, a mitad del portazgo de la villa de Alconchel y no la propia villa, que por entonces es de la jurisdicción del señorío de
Villarejo de Fuentes.
En el siglo XVI perteneció al Marquesado de Villena, aunque luego, ya en el siglo XVIII, fuera el conde de Cifuentes, su dueño por un tiempo.