Camino de
Fuentelespino de Haro
Camino vecinal que sirve de unión entre los
pueblos de
Montalbanejo, Alconchel, Fuentelespino de Haro,
Osa de la Vega, Hontanaya y Villamayor de Santiago, donde se pierde la pista, además de dar servidumbre a todos los parajes que se encuentran en sus inmediaciones.
Comienza en el Término Municipal de Montalbanejo con la denominación de "Camino de El Cubillo", entra en el Término Municipal de Alconchel, por "El Derramadero", con el nombre de "Colada de Fuentelespino de Haro".
Continúa por los parajes de "El Cubillo", "Las Hoyuelas" y "La
Cruz de la Muerta", entrando en Alconchel; sale de Alconchel, cruza el "Arroyo Arribarruecas" en "La Puentecilla", continúa por "El
Santo y entra en "El
Valle, sigue por "Las Cabeceras de El Prado" y cruza el "Arroyo Cazarejo" en el "
Molino Garrido".
Discurre por los parajes de "El Cestero" y "La Olmedilla" y cruza "La Sierrecilla" por "El Estrecho" junto a la "
Casa de La Mentirosa". Deja a la derecha, ya en el Término de Fuentelespino, el "Cerro del Arenal" y atraviesa la "Acequia de
Santa Bárbara" y el "
Río Záncara".
Cruza la "Colada del Camino de la Vega" por "Las Raposeras", siguiendo como "Colada del Camino de Osa de la Vega por Fuentelespino a Alconchel". Sale a la CM-3009, entrando por ella en Fuentelespino por el Paraje de "La Olivilla".
Atraviesa Fuentelespino saliendo por "La Pellejera", cruza la CM-3108, continuando por el Paraje de "La Sima", junto a la "Casa de la Sima", "El Cerro Trampero", "la Casa del Trampero" y "El Trampero". Sigue como "Colada de el Camino de Osa de la Vega a Fuentelespino", cruzando la "Cañada de los Moros", en "El Sancho".
Atraviesa la CM-3108 y entra en Osa de la Vega por "Los Arenales". Saliendo de Osa, cruza el "Arroyo del Salobral", atraviesa la "Colada de
San Marcos" y la CM-3101. Continúa por "Los Villarejos", pasando junto al "
Corral de Gollizno", continuando como "Colada de Villamayor de Santiago a Osa de la Vega". Sigue por el paraje de "El
Monte", y entra en el Término de Hontanaya por el "Chaparral de Ortiz". Sigue por "El Hoyo", cruza el "Carril del Corral de Palotias" y atraviesa la "Colada de Los Hinojosos a Hontanaya".
Entra en el Término Municipal de Villamayor de Santiago por el Paraje de "Palomino", cruza el "Arroyo del Verdial" y la "Colada del Carril de las
Carretas", sigue como "Colada del Camino de Osa de la Vega", pasa junto a "Casa Pellica", cruza el "Camino de las Carretas", atraviesa los Arroyos de las "Cervaleras de Arriba" y "Arroyo de las Cervaleras de Abajo". Continúa como "Colada del Camino de Osa de la Vega", pasa por el "Cerro Pico", atraviesa El "Cordel de los Serranos" y entra en Villamayor de Santiago por el paraje de "Santa Ana".
A la salida de Villamayor, se pierde la pista de la "Colada del Camino de Osa de la Vega"
Camino rural
Los
caminos rurales unen las aldeas y las poblaciones más pequeñas de
mercado regional, y son los caminos terciarios, secundarios y de penetración. Normalmente, no son pavimentados, o tienen una capa delgada de asfalto; son más angostas y las curvas son más cerradas y las cuestas más empinadas que las de las
carreteras. Pueden ser de toda
estación o sólo temporales y, a menudo, tienen vados o transbordadores en vez de
puentes. Las carreteras que cruzan las regiones rurales, sean pavimentadas o no, se tratan en el artículo
carretera.
Los
romanos construían los caminos con cuatro hiladas o capas de materiales, de las que resultaba una obra solidísima.
· la primera, llamada statumen, era de mortero compuesto de arena, cal y toba, y tenía una pulgada de grueso sobre tierra firme;
· la segunda capa o cama, que se ponía sobre la primera, era de casquijo y escombro desmenuzado y unido con mortero y se llamaba por los latinos ruclus;
· la tercera hilada, que iba sobre la segunda, se componía de calcina o argamasa hecha de arena o toba mezclada con cal, y la llamaban nucleus porque calaba toda la obra;
· finalmente, ponían la cuarta capa que estaba en la superficie, compuesta unas veces de
piedras duras y sólidas, como se ve en la
vía Apia y otras de escombros o de guijarros pequeños, mezclado todo con arena gruesa, como se ve en algunos caminos
militares, guardando para las ciudades y sus inmediaciones aquellas piedras de mayor tamaño.
Los grandes caminos de los romanos tenían sesenta pies de ancho.