"La Nava"
Es un paraje del Término Municipal de
Alconchel de la Estrella, ubicado al Oeste de la población, haciendo límite con el Término Municipal de
Villarejo de Fuentes. Se encuentra situado en las estribaciones de la "
Sierra de Padrejas", en una vaguada entre cerros de la mencionada sierra, entre los parajes de "La Calandre", "Valhondo", "La Montalba" y "Haza del Perro". Tiene para su servidumbre el "
Camino de La Nava", pudiéndose acceder también por el "Camino de La Calandre".
La Casilla de los pastores" de "La Nava", estaba construida en la cima de un cerro de la Sierra de Padrejas", entre los parajes de "La Nava", "La Haza del Perro" y, "La Montalba". El cerro tiene una altura de 874 msnm. Con unas vistas espectaculares a su alrededor en los cuatro puntos cardinales. A ella se puede acceder por los
caminos de "La Calandre" y, de "La Nava". En ella, además de encerrar el
ganado lanar y cabrío, durante todo el año, era donde hacían vida casi permanente, los pastores y rochanos encargados de cuidar los
ganados. Cada cierto tiempo, posiblemente cada semana, un rochano era encargado de subir las provisiones que servían de alimento al personal al cuidado del ganado. En la actualidad, se encuentra en
ruinas quedando apenas visibles los cimientos de lo que fueron la
casa donde vivían los pastores y los porches y
corrales para el ganado.
Corral
Un corral es un pequeño recinto cerrado dentro o en el entorno de una construcción y tradicionalmente destinado a albergar animales domésticos. Pueden ser generales, llegando al antiguo corralón rodeado por galerías entre edificaciones urbanas, o corrales específicos como las cochineras (para
cerdos) y los gallineros (para gallinas); además de los corrales de pastoreo como los rediles
ovejas, o bien de vacunos y equinos. Término y espacio pueden hacerse extensivo a los cercados para retener o guardar otros animales. Siguen siendo comunes en el medio rural, aunque, en Occidente, sometidos a reglamentación sanitaria.
Arquitectónicamente hablando un corral también es un tipo de aprisco ganadero que se caracteriza por presentar planta rectangular y dos espacios claramente separados. Por un lado dispone de un área cubierta de teja y otra de
patio abierta, denominada “sereno” o “raso”.
Aprisco
Aprisco es el
refugio utilizado por el pastor para recoger las ovejas protegidas de las inclemencias del tiempo y los depredadores. Puede ser asociado como sinónimo de redil (telera) y corral, e incluso usarse por majada, establo, boyera,
cuadra y chiquero. Sustantivo de la acción de "apriscar", en
ganadería, especialmente en la de ovinos y caprinos, recoger el rebaño para resguardarlo de la intemperie.
El territorio de los corrales
En
España
Los corrales tienen un área de distribución muy amplia que se extiende por el Levante Ibérico, el
Valle del Ebro y el Valle del Duero. Los corrales del Valle del Ebro se extienden por las zonas más bajas y cálidas, habiendo buenos ejemplos de este tipo de aprisco en la comarca de los Monegros y en la zona de Caspe. También se extienden por los
valles de los
ríos Jalón, Mesa, Queiles y Alhama. Alcanzando las zonas más cálidas de las provincias de
Soria,
Guadalajara,
Zaragoza y
La Rioja. A medida que el clima de este extenso territorio se recrudece empiezan a ser sustituidos por otras tipologías de apriscos más cerradas y calientes, como las “parideras” o los “chozones sabineros”.
Antigüedad de los corrales
Existen grandes diferencias entre corrales, tainas, parideras y chozones sabineros. No obstante, sobre su antigüedad, Ángel Coronado2 indica: “Los corrales tienen un cierto grado de parentesco con las tainas, una familiaridad más fluida y menos forzada de la dada entre parideras y tainas”.
Deterioro y desaparición de los corrales
Son varios los motivos que han llevado a la desaparición de este tipo de aprisco. Antiguamente eran edificaciones muy eficaces para poner a salvo, por la
noche, a las ovejas de los ataques del lobo pero su progresiva desaparición, a principios del siglo XX, propició que poco a poco los corrales perdiesen su utilidad. La intensificación de la actividad ganadera también ha condenado a los corrales ya que hoy resultan poco útiles, en el contexto actual, en el que el número de cabezas por rebaño supera en la mayoría de los casos las 500 cabezas. Su estructura dificulta que algunas operaciones sean mecanizables: suministro de piensos; extracción de estiércol, suministro de
agua, etc.