Fue el año que vinieron al pueblo de la Sección Femenina. Nos reunían a los niños y a los mayores y nos enseñaban juegos a los niños y, a los mayores otras actividades.
Estuvieron varios días y al final se hizo una demostración que quedó muy lucida.
...
¡Todo presente en mi memoria queda!
La casa blanca, y el follaje espeso...,
el lago azul..., el huerto, la arboleda
donde nos dimos, sin pensarlo, un beso!
Y te busco, cual antes te buscaba,
y me parece oírte entre las flores,
cuando la arena del jardín rozaba
el ruedo de tus blancos peinadores.
¡Y nada existe ya! Calló el piano...... ...
Todo lo vuelvo a ver... ¡pero no existe!
Todo ha pasado ahora..., ¡y no lo creo!
Todo está silencioso, todo triste...
¡Y todo alegre, como entonces, veo!
Esta es la casa..., ¡su ventana aquélla!
ése el sillón en que bordar solía...,
la reja verde... y la apacible estrella
que mis nocturnas pláticas oía...
Bajo el cedro robusto y arrogante, ... ...
¡Qué olor de rosas frescas! En la alfombra,
¡qué claridad de luna! ¡Qué reflejos!
¡Cuántos besos dormidos en la sombra,
y la Muerte, la pálida, qué lejos!
En torno al velador, niños jugando...,
la anciana, que en silencio nos veía,
Schubert en su piano sollozando,
y en mi libro, Musset con su «Lucía».
¡Cuántos sueños en mi alma y en tu alma! ... ...
Bien sabe el trovador cuán inhumana
para todos los buenos es la suerte...,
que la dicha es «ayer»... y que mañana
es el dolor, la oscuridad, ¡la muerte!
El alma se compunge y estremece
al oír esas notas sollozadas...
¡Sentimos, recordamos, y parece
que surgen muchas cosas olvidadas!
¡Un peinador muy blanco y un piano! ... ...
En el secreto ambiente ¡cuánta luna!
mas las almas ¡qué tristes y qué solas!
En las ondas de plata
de la atmósfera tibia y transparente,
como una Ofelia náufraga y doliente
¡va flotando la tierna serenata!...
Hay ternura y dolor en ese canto,
y tiene esa amorosa despedida
la transparencia nítida del llanto... ...