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Disfrutando de un helado, ALCONCHEL DE LA ESTRELLA

Con el calvario de fondo, en lo que actualmente es un jardincito.
Un nombre, el de Luciano, que ha acumulado sabiduría y resplandor a través de los muchos y grandes hombres que lo han llevado.

¡Felicidades!
Gran renombre tuvo en la cristiandad la abadía benedictina de San Luciano de Beauvais, de las más antiguas de Francia. Fue fundada hacia el 540 y cerrada definitivamente durante la revolución francesa.
Cerca de una veintena de veces se repite el nombre de San Luciano en los martirologios. Es digno de destacar San Luciano de Vic, un joven militar romano convertido a la fe por una doncella a la que se propuso seducir. No estando dispuesto a renegar de la fe cristiana, fue condenado a la hoguera. Sus reliquias fueron halladas el año 1050, siendo el obispo de Vic Guillermo de Balsareny.
Este escritor tuvo mucha influencia en épocas posteriores, incluido el Siglo de Oro de la literatura española, puesto que han llegado hasta nosotros la mayor parte de sus escritos, entre ellos El elogio de la mosca, imitada por Erasmo de Rotterdam en su obra El elogio de la locura, y por Quevedo en muchas de sus sátiras. La fuerza cómica y burlesca de alguno de sus fragmentos han conferido a este autor un carácter de actualidad en todas las épocas, incluida la nuestra.
El nombre de Luciano tuvo asimismo insignes precedentes, el principal de los cuales fue Luciano de Samosata (125-192), filósofo y jurista griego, que abrió escuela en Atenas, aunque murió como funcionario en Egipto. Su característica más destacada fue que se apartó de todo dogmatismo y de toda escuela (había sido sofista) y propuso en toda su obra la aplicación del sentido común a la filosofía, apartándose de todo dogmatismo y de las extravagancias a que da lugar toda doctrina filosófica cuando se...