Lo había cambiado por otro que decía: “MULAS ¡NO!” El tendero regresó a la tienda, que Golo había dejado toda revuelta, y empezó a poner orden.
Mulas, no
Volvió a colocarlo todo en su lugar, barrió los trozos de vidrio y cuando acabó, la tienda presentaba casi el mismo aspecto que antes, salvo un detalle: el rótulo que había en la puerta. No os hagáis los locos y cargad pronto los troncos.
El jefe está que trina y hay que darse prisa. Al poco rato iba tocando alegremente, y Golo se puso a trotar al compás de la canción de los leñadores:
El jefe está que trina y hay que darse prisa. El tendero corrió tras ellos hasta quedarse sin aliento, y cuando Fabián vio que había dejado de perseguirlos, mandó a Golo que aminorara el paso. Entonces sacó la flauta e improvisó algunas notas.