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¡Los hijos del Carnaval! Pero, en fin, aunque el domingo sea el estertor de un Carnaval agonizante, la caricatura de una obra maestra... como antes decía y aunque nos esperen horas de meditación y de ayuno.... en noche de Piñata y quien no tenga ganas de bailar... ¡qué tire la primera piedra!. ...
Donde el Carnaval deja recuerdos más bien tristes es en las "demi-viérges", que diría Prévost; y en las jovencitas que fueron al baile de Carnaval buscando un burlador simpático.... A algunas de ellas les queda un amante, a otras, un hijo... ...
Más tarde, algunas cogían un espejo para mirarse, y rara era la que podía reprimir un grito de sorpresa. Casi todas tenían los labios secos, las orejas abultadas, las mejillas enflaquecidas por el insomnio y las orgías y desenfrenos carnavalescos... Pero aquellas reliquias del pecado se borraban muy pronto; con una noche de descanso o un buen almuerzo... ...
Las "momentáneas" se despertaban tarde y contemplaban con aire de disgusto a su último amante que roncaba con la boca abierta a más no poder... y algunas, las que se acostaban muy "piripis", se admiraban de haber dormido con un hombre que no conocían de nada y cuyo nombre tampoco recordaban.... ...
Antiguamente, -primeros del siglo XX, por ejemplo, y no en todas las casas, como es natural-, el hijo de familia se levantaba temprano y sacudiéndose la pereza del último baile de máscaras, se ponía a estudiar la lección que al día siguiente le preguntarían en el colegio o Universidad; y el papá, que la víspera no durmió en casa arguyendo que veló a un familiar enfermo, rehuía las miradas de su esposa como hombre que no tiene la conciencia muy limpia, marchándose después a sus quehaceres cotidianos...