Después de este episodio, Santi fue el mejor amigo de Roque en la pandilla, lo que le parecía tan fantástico como ser el propio Roque. Y Javier, Miguelito y todos los demás se sentían tan avergonzados que no volvieron a cantar aquello de “Santi, tonto, más que tonto” nunca más. Le pidió a Santi que sostuviera la manta sobre los bordes desgarrados del agujero. Luego, se deslizó por ella y a los pocos minutos Roque salía del agujero. Santi echó la manta sobre los hombros de Roque. Pobrecillo Roque, tenía un tobillo roto y su padre lo llevó al hospital. La señora Quintana le dio a Santi un gran pedazo de tarta y alabó su valentía y sensatez. — ¡Rápido, rápido, en el número 40, donde están los obreros de la construcción, tenemos que rescatar a Roque!
El señor Quintana, sin perder un momento, cogió una manta y corrió a socorrer a su hijo. — ¿Qué dices, niño? — ¡Rápido, señor Quintana, rápido! Roque está en apuros. ¡Se ha caído por un agujero!