Y así se casaron la ratita presumida y el gato blanco de dulce voz. Los dos juntos fueron felices y comieron perdices y colorín colorado este cuento se ha acabado. El cerdo desaparece por donde vino y llega un gato blanco, y le dice a la ratita: – Ratita, ratita tú que eres tan bonita ¿te quieres casar conmigo? –. Y la ratita le dijo: Y la ratita le dijo: – No sé, no sé, ¿y tú por las noches qué ruido haces? –. – Oink, oink-. – Ay no, contigo no me casaré que ese ruido es muy ordinario-. – No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces? –. – Guau, guau-. – Ay no, contigo no me casaré que ese ruido me asusta-. Y la ratita le respondió: – No sé, no sé, ¿tú por las noches qué ruido haces? –