-Aquí estará seguro esta noche y mañana nos repartiremos el dinero.
Así que desaparecieron, Periquillo sacó la cabeza del tambor y luego el cuerpo haciendo fuerza y, en cuanto estuvo fuera, echó a correr para su casa. Y allí estaban sus padres, tristes y desconsolados, que se pusieron muy contentos cuando vieron llegar a Periquillo sano y salvo. Entonces Periquillo les contó todo lo que le había pasado desde que se lo comiera el buey y también lo que había visto de los ladrones. Con que su padre... Al día siguiente iba el lobo buscando ganado para comer y Periquillo, que, lo sintió, empezó a gritar:
- ¡Pastores, que viene el lobo!
Los pastores, que oyeron sus voces, rodearon al lobo y lo mataron a bastonazos. Cuando lo hubieron matado, empezaron a abrirlo con sus cuchillos y Periquillo, desde dentro, les decía que anduvieran con cuidado, no fueran a herirle a él, pero por más que miraron los pastores, no vieron a Periquillo. Entonces uno de los pastores decidió hacerse un tambor con la... Padre, mata al buey Colorao, que se me ha comido entero.
Con que el padre sacó el buey al campo, lo mató y lo abrió con un cuchillo, pero por más que miró en las tripas y en todas partes, no encontró a Periquillo; y allí se quedó el buey muerto hasta que acertó a pasar un lobo que merodeaba por el pueblo y que se zampó las tripas del buey y a Periquillo con ellas. - ¿Y cómo los vas a hacer? Con lo pequeño que eres tú, no puedes con los bueyes.
-Que sí que puedo –contestó el niño. Y mientras su padre comía, se subió al yugo que uncía a los bueyes y empezó a darles voces a los animales. Al oírlo, lo bueyes echaron a andar e hicieron un surco, y volvieron e hicieron otro, y así sucesivamente, yendo y viniendo y haciendo surcos hasta que su padre terminó de comer. Y ya, luego, siguieron toda la tarde juntos hasta la hora de ponerse el sol, en que se volvieron... Con que llegó Periquillo a donde estaba su padre trabajando y le dijo:
-Ea, padre, que aquí le traigo su comida.
Y el padre, que sólo veía a la burra albardada, dijo:
- ¿Dónde estás, hijo, que no te veo? –pues había reconocido su voz
Y Periquillo le contestó:
-Estoy aquí, en la oreja de la burra –y salió y se apeó de un salto.
Entonces le dijo Periquillo a su padre:
-Padre, ¿le hago unos surcos mientras usted come?
Y el padre le dijo: