Boquiabierto, el diablo, perdón, el dragón, hubo de asumir su derrota. No comprendía cómo aquellos seres terrenales lo habían derrotado… Y así lo manifestó, con gritos y llantos. Así y todo, fiel a su palabra, dejó partir a los tres soldados, los cuales mantuvieron su látigo de la riqueza. Y, después de más de siete años de vaivenes, los pobres militares pudieron vivir en normalidad, en paz y en libertad. Como cualquiera debiera vivir en un mundo que se precie justo. Como podéis imaginar, los tres soldados, gracias a la intromisión del más valiente en la casa de la abuela del dragón, se sabían las respuestas de antemano. Las cuales, para saciar la curiosidad del lector, antes se han descrito. No cabía en sí de incredulidad el diablo dragón, y pensaba que todavía tenía las de ganar, e interrogó al último soldado: - ¡Wooo! ¡Me sorprendéis! Pero estoy seguro que no sabéis, ¿qué se empleará cómo cáliz del vino que se degustará? Este soldado no tenía ninguna duda, y con decisión sentenció: -La pezuña de un caballo viejo, usaremos como copa de vino en el festejo. Recordando el pacto, les mostró las firmas que siete años atrás habían dispuesto. Tras ello, enunció el acertijo, empezando por el primer soldado: - ¿Qué tipo de carne asada se servirá en el banquete? El primer soldado, titubeante, espetó: -En el Mar del Norte yace un pez perro muerto, cuya carne asada es, estoy en lo cierto.
El dragón hubo de admitir el acierto: - ¡Hmmm! Interesante. Prosigamos – y se dirigió al segundo de los soldados -, ¿y qué cubierto se empleará? El soldado, seguro pero inquieto,... Cuando uno es feliz, el tiempo rápido pasa, y se le escapa de las manos. Así le ocurrió a nuestros tres soldados, pues en un abrir y cerrar de ojos los siete años se habían consumido. Y dos de ellos se habían consumido con ellos, pues sólo de imaginarse su destino se tornaba lúgubre y taciturno su espíritu.
En una ocasión, los tres se toparon con una extraña anciana, quien les propinó un misterioso consejo: “atravesando el bosque, os encontraréis con una curiosa roca caída, que no es más que un...