Cuando ya estaba todo preparado le dijo a su hijo:- Ícaro, si quieres huir conmigo de esta isla, préstame atención y sigue mi consejo. Es necesario que vueles en la mitad de la atmósfera. Si vuelas muy bajo la humedad y el vapor del agua empaparán las plumas, éstas serán muy pesadas y caerás al mar. Y si vuelas muy alto, el calor del sol derretirá la cera, se desprenderán las plumas y también caerás al mar. Ante la negativa del rey Minos para que Dédalo abandonara Creta, Dédalo comenzó a maquinar la forma de escapar.
Como Creta era una isla era prácticamente imposible escapar por mar. El rey Minos tenía una flota importante y lo capturaría. El Minotauro quedó encerrado en el centro del laberinto, de esa manera volvió la tranquilidad a Creta.
El rey Minos le encomendaba cada día más trabajo y Dédalo estaba cansado y quería irse de Creta pero el rey Minos no se lo permitía. El rey Minos le encargó a Dédalo una construcción subterránea para encerrarlo. Dédalo, que era muy ingenioso, entonces construyó un laberinto. Esta construcción tenía tantos pasadizos, rodeos que no llevaban a ninguna parte, vueltas y sinuosidades que una vez que alguien entraba se hacía imposible encontrar la salida. En esos momentos, la isla de Creta estaba asolada por un terrible monstruo, con cuerpo de hombre y cabeza de toro llamado Minotauro, que sembraba el terror en toda la isla.