Agustín también le contó lo que quería hacer con muchas ganas y fue así como el árbol abuelito se convirtió en el ÁRBOL MÁGICO, el que concedía los sueños. - ¡La magia funcionó! -se dijo el árbol. Así, el árbol escuchó todo y estaba muy feliz, ahora se reía muy fuerte con sus ramitas y sus hojas... Esa misma tarde, después del cole, fue saltando y cantando de alegría al árbol, a encontrarse con Agustín y le contó todo lo que pasó. Al día siguiente misteriosamente, Guillermo ganó en todos los recreos a las bolas y Carlota le dijo que lo había hecho muy bien y le regaló una bola preciosa. Guillermo estaba muy contento y guardó esa bola como "la bolita de la buena suerte"