Como por aquellos entonces no disponíamos de
piscina en el
pueblo, era muy frecuente encontrar grupos de chicos y chicas alconcheleros en las de los
pueblos que entonces sí que tenían. A la primera que recuerdo haber ido, fue a la de Belmonte, luego abrieron la de
Villaescusa de Haro, ésta de
Villares del Saz y también
Villar de la Encina y
Villarejo de Fuentes.
Era tanta la afición que teníamos a las
piscinas, que en la mayoría de ellas los grupos de alconcheleros eran más numerosos que los de los propios pueblos.
Muchas veces encargábamos la
comida en el
bar y comíamos allí.