Bajo este tapete escribimos algunos comentarios Española Antigua y yo, cuando nos visitaba por Alconchel ¿Qué se habrá hecho de élla?, me pregunto muchas veces.
Un día, Eufra7 comentó lo bién que bordaban las muchachas alconcheleras a máquina. Y yo lo corroboré y aunque no me haya encontrado entre éllas en Alconchel respecto al bordado a máquina sí hice mis pinitos aquí en Barcelona.
Lo que sí aprendí de Olvido -que bordaba muy bién- fue cómo colocaba el papel de calcar -aquel que, Don Pepe el secretario, dejaba caer desde el balcón del Ayuntamiento y nosotras, las chicas, recogíamos al vuelo para cada cual emplearlo en lo más conveniente- entre las sábanas dobladas, en las que se calcarían los dibujos y más tarde se bordarían.
Tan bién lo aprendí que, este tapete lo bordé yo hace aproximadamente unos 6 años con un retal de tela que me sobró de una mantelería que también bordé ese año.
El dibujo lo saqué de Labores del Hogar y el bordado es el llamado, si no estoy equivocada, Richelieu que consiste en bordar todo el dibujo con festón y después con mucha paciéncia ir recortando la tela por el revés para que queden los calados. Se ha de recortar con unas tijeras pequeñas y con cuidado de no cortar el hilo del bordado.
A mí siempre me ha gustado más el bordado a mano, y de bien pequeña, unos doce años, ya le bordé un juego de sábanas a la Julita de Santi; lo hacía en el callejón, sentada en un "asentillo" sujetando el bastidor y Olvido fue la encargada de hacer el dibujo.
La madre de Olvido, mujer del hernao Pilar, me enseñó a hacer zurcido de espiguilla y Doña María, Vainica y sobrehilado a las vendas, que se hacían de retales sobrantes de las sábanas, así que de aquellas "maestras" salieron estos bordados que aquí véis. Para algunas personas no serán un tesoro, pero para mí, sí. Por lo que representan. Ahora ya no está muy bién visto esto de bordar y hacer labores pero entonces, en nuestro pueblo, cuando nos hacíamos un poco mayorcillas, es lo que había para pasar el rato y escuchar las conversaciones de las vecinas de las que siempre aprendías algo.
Un beso y mi recuerdo para todas aquellas maestras. Milagros
Un día, Eufra7 comentó lo bién que bordaban las muchachas alconcheleras a máquina. Y yo lo corroboré y aunque no me haya encontrado entre éllas en Alconchel respecto al bordado a máquina sí hice mis pinitos aquí en Barcelona.
Lo que sí aprendí de Olvido -que bordaba muy bién- fue cómo colocaba el papel de calcar -aquel que, Don Pepe el secretario, dejaba caer desde el balcón del Ayuntamiento y nosotras, las chicas, recogíamos al vuelo para cada cual emplearlo en lo más conveniente- entre las sábanas dobladas, en las que se calcarían los dibujos y más tarde se bordarían.
Tan bién lo aprendí que, este tapete lo bordé yo hace aproximadamente unos 6 años con un retal de tela que me sobró de una mantelería que también bordé ese año.
El dibujo lo saqué de Labores del Hogar y el bordado es el llamado, si no estoy equivocada, Richelieu que consiste en bordar todo el dibujo con festón y después con mucha paciéncia ir recortando la tela por el revés para que queden los calados. Se ha de recortar con unas tijeras pequeñas y con cuidado de no cortar el hilo del bordado.
A mí siempre me ha gustado más el bordado a mano, y de bien pequeña, unos doce años, ya le bordé un juego de sábanas a la Julita de Santi; lo hacía en el callejón, sentada en un "asentillo" sujetando el bastidor y Olvido fue la encargada de hacer el dibujo.
La madre de Olvido, mujer del hernao Pilar, me enseñó a hacer zurcido de espiguilla y Doña María, Vainica y sobrehilado a las vendas, que se hacían de retales sobrantes de las sábanas, así que de aquellas "maestras" salieron estos bordados que aquí véis. Para algunas personas no serán un tesoro, pero para mí, sí. Por lo que representan. Ahora ya no está muy bién visto esto de bordar y hacer labores pero entonces, en nuestro pueblo, cuando nos hacíamos un poco mayorcillas, es lo que había para pasar el rato y escuchar las conversaciones de las vecinas de las que siempre aprendías algo.
Un beso y mi recuerdo para todas aquellas maestras. Milagros