Eufra7, me lo has pisado, porque precisamente de eso queria yo hablar, cuando dije que, lo dejaba para otro día; principalmente de la dentadura de los lagartos.
Recuerdo que, en la linde del camino que sale de la carretera, por detrás de la era de la hermana Clara (ahora el frontón), y que va a dar al camino de Villar de Cañas. Allí había muchos agujeros de nidos de lagartos. Nino, Ratón y otros eran expertos en hacerles salir, y cuando asomaban la cabeza, a los mas pequeños el miedo no nos cabía en nuestro cuerpo; les ponían un pañuelo, haciéndoles guiños por delante, hasta que el lagarto lo enganchaba entre los dientes de sus poderosas mandíbulas. Y así enganchado del pañuelo lo sacaban, mostrándolo colgado de él, y azuzándolo a los mirones de alrededor, se jactaban de su valor; piernas para que te quiero, ¡qué miedo!, porque nos habían dicho que, cuando mordían, jamás soltaban su presa.
Y para mejor ejemplo, que así era, pegaban una fuerte sacudida al pañuelo con el lagarto enganchado, consiguiendo que el bicho se descolgara del trapo, pero dejando la dentadura en él. Palabrita del Niño Jesús.
Seguro Emigrao, que has visionado la película tal cual. Eran esas cosas de muchachos que tu sabes.
Otras veces, era llegar hasta la camada de los lagartos. Con una azada siguiendo el agujero se desmontaba la tierra. Yo vi varias veces los huevos del nido, del tamaño de una aceituna, verdes, algo rugosos, pero con una cáscara blanda algo elástica.
Saludos cordiales
Gabriel
Recuerdo que, en la linde del camino que sale de la carretera, por detrás de la era de la hermana Clara (ahora el frontón), y que va a dar al camino de Villar de Cañas. Allí había muchos agujeros de nidos de lagartos. Nino, Ratón y otros eran expertos en hacerles salir, y cuando asomaban la cabeza, a los mas pequeños el miedo no nos cabía en nuestro cuerpo; les ponían un pañuelo, haciéndoles guiños por delante, hasta que el lagarto lo enganchaba entre los dientes de sus poderosas mandíbulas. Y así enganchado del pañuelo lo sacaban, mostrándolo colgado de él, y azuzándolo a los mirones de alrededor, se jactaban de su valor; piernas para que te quiero, ¡qué miedo!, porque nos habían dicho que, cuando mordían, jamás soltaban su presa.
Y para mejor ejemplo, que así era, pegaban una fuerte sacudida al pañuelo con el lagarto enganchado, consiguiendo que el bicho se descolgara del trapo, pero dejando la dentadura en él. Palabrita del Niño Jesús.
Seguro Emigrao, que has visionado la película tal cual. Eran esas cosas de muchachos que tu sabes.
Otras veces, era llegar hasta la camada de los lagartos. Con una azada siguiendo el agujero se desmontaba la tierra. Yo vi varias veces los huevos del nido, del tamaño de una aceituna, verdes, algo rugosos, pero con una cáscara blanda algo elástica.
Saludos cordiales
Gabriel